No me gustas, no te quiero, tu peso no es adecuado, deberías tener mejores dientes, ojos más grandes, menos arrugas, menos pecas, ser más bronceado, o menos; más alto, más bajo, tener una nariz más respingada, labios más prominentes, etc. son sólo algunas de las leyendas que diariamente le imprimimos a nuestro cuerpo todos los días frente al espejo.
Todo porque las modas van cambiando y hemos aprendido lo que nos dice la publicidad. Ahora hay que ser mas flaco, tener menos pecho, los labios no son exagerados…..Todo mas natural……Pero lo natural tampoco vale. Las mujeres se maquillan tanto que a veces son irreconocibles jugando claro, a ser naturales.
Para eso…Lo castigamos y lo llevamos a extremos de maltrato increíbles con dietas absurdas, tratamientos que ni siquiera sabemos de qué manera nos están afectando, y ni qué decir de cirugías que lejos de embellecer, en muchos de los casos, terminan en una terrible caricatura.
Y es que esto se trata más de un maltrato al propio ser. A nivel muy profundo respondemos al rechazo que tuvimos una vez . En un momento de la historia aprendimos que ciertos estereotipos físicos eran lo correcto y lo admisible, pero además, aprendimos a ser completamente ciegos a la propia valía, y sin ésta, nada será suficiente. La belleza no se logra rechazando lo que somos intentando cambiarlo a costa de lo que sea, sino todo lo contrario. La belleza es un valor intrínseco que tenemos, no tienes que conseguirla ni fabricarla; la única belleza sólo puede ser natural, ya que viene de un lugar más allá de lo físico.
De nada sirve un disfraz o una imagen construida en parámetros que según nosotros son los que los demás etiquetarán como “bonitos” si el rostro refleja amargura, si los ojos no sonríen, o no hay una sonrisa sincera.
Por supuesto que hay que cuidarse y tener un cuerpo sano. Pero primero hay que sanarse por dentro y eso se vera por fuera y reflejara la belleza que estamos buscando.